domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 10.

La campaña del sur 

101Cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había tomado Ay y la había arrasado (con Ay y su rey hizo lo mismo que con Jericó y su rey) y que los de Gabaón habían hecho las paces con Israel y vivían con los israelitas, 2se asustó enormemente. Porque Gabaón era toda una ciudad, como una de las capitales reales, mayor que Ay, y todos sus hombres eran valientes.
3Entonces envió este mensaje a Ohán, rey de Hebrón; a Pirán, rey de Yarmut; a Yafía, rey de Laquis, y a Debir, rey de Eglón*: 
4-Venid con refuerzos para derrotar a Gabaón, que ha hecho las paces con Josué y los israelitas.
5Entonces los cinco reyes aliados -el de Jerusalén, el de Hebrón, el de Yarmut, el de Laquis y el de Eglón- subieron con sus ejércitos, acamparon frente a Gabaón y la atacaron.
6Los de Gabaón despacharon emisarios a Josué, al campamento de Guilgal, con este ruego:
-No dejes de la mano a tus vasallos. Ven en seguida a salvarnos. Ayúdanos, porque se han aliado contra nosotros los reyes amorreos de la montaña.
7Entonces Josué subió desde Guilgal con todo su ejército, todos sus guerreros, 8y el Señor le dijo:
-No les tengas miedo, que yo te los entrego; ni uno de ellos podrá resistirte.
9Josué caminó toda la noche desde Guilgal y cayó sobre ellos de repente; 10el Señor los desbarató ante Israel, que les infligió una gran derrota junto a Gabaón, y los persiguió por la Cuesta de Bejorón, destrozándolos hasta Azeca y Maqueda. 11Y cuando iban huyendo de los israelitas por la cuesta de Bejorón, el Señor les laznó desde el cielo un pedrisco fuerte y mortífero en el camino hasta Azeca; murieron más por la granizada que por la espada de los israelitas.
12Cuando el Señor entregó los amorreos a los israelitas, aquel día Josué habló al Señor y gritó en presencia de Israel:
-¡Sol, quieto en Gabaón! ¡Y tú, luna, en el valle de Ayalón*!
13Y el sol quedó quieto y la luna inmóvil, hasta que se vengó de los pueblos enemigos.
Así consta en el libro de Yasar*:
<<El sol se detuvo
en medio del cielo
y tardó un día entero en ponerse.
14Ni antes ni después
ha habido
un día como aquél,
cuando el Señor obedeció
a la voz de un hombre porque el Señor
luchaba por Israel>>

15Josué y los israelitas se volvieron al campamento de Guilgal. 16Los cinco reyes lograron huir y se escondieron en la cueva de Maqueda.
17Avisaron a Josué:
-Los cinco reyes están escodidos en la cueva de Maqueda.
18Josué ordenó:
-Rodad piedras grandes a la entrada de la cueva y apostad allí centinelas. 19Vosotros no dejéis de perseguir al enemigo, atacadles la retaguardia; no los dejéis llegar a sus poblados, porque el Señor, vuestro Dios, os lo entrega.
20Cuando Josué y los israelitas los derrotaron hasta acabar con ellos -fue una gran derrota-, los que lograron salvarse huyendo se refugiaron en sus plazas fuertes. 21Todo el ejército volvió victorioso al campamento de Josué, en Maqueda. Nadie soltó la lengua contra los israelitas.
22Josué ordenó:
-Destapad la entrada de la cueva y sacadme a esos cinco reyes.
23Cumpliendo sus órdenes, sacaron de la cueva a los cinco reyes: el de Jerusalén, el de Hebrón, el de Yarmut, el de Laquis y el de Eglón. 24Cuando se los presentaron, Josué convocó a todos los israelitas y dijo a sus oficiales:
-Acercaos a piarles el cuello a esos reyes.
Ellos se acercaron y pusieron el pie en el cuello de los reyes.
25El añadió:
-No temáis ni os acobardéis. ¡Ánimo, sed valientes!, que así tratará el Señor a todos los enemigos con los que vais a luchar.
26Dicho esto, los ajustició y los colgó de cinco árboles; allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27A la puesta del sol mandó bajarlos de los árboles y tirarlos a la cueva donde se habían escondido; después colocaron grandes piedras a la entrada de la cueva, y allí están todavía hoy.
28Aquel día Josué tomó Maqueda. La pasó a cuchillo, consagrando al exterminio a su rey y a todos sus habitantes. No quedó un superviviente; trató al rey de Maqueda como al de Jericó.
29Desde Maqueda Josué y los israelitas pasaron a Libna* y la atacaron. 30El Señor les entregó también Libna y a su rey, y pasaron a cuchillo a todos los habitantes. No quedó en ella un superviviente; a su rey lo trató Josué como al de Jericó.
31Desde Libna Josué y los israelitas pasaron a Laquis, acamparon frente a ella y la atacaron. 32El Señor se la entregó: tomaron Laquis al segundo día y pasaron a cuchillo a todos los habitantes, lo mismo que habían hecho en Libna. 33Horán, rey de Guézer, subió en auxilio a Laquis, pero Josué lo derrotó a él y a su ejército, sin dejarle un superviviente.
34Desde Laquis Josué y los israelitas pasaron a Eglón; acamparon frente a ella y la atacaron. 35La tomaron aquel mismo día y la pasaron a cuchillo, consagrando al exterminio a todos sus habitantes, lo mismo que había hecho con Laquis.
36Desde Eglón, Josué y los israelitas con él, pasaron a Hebrón y la atacaron. 37La tomaron y pasaron a cuchillo a su rey a toda la población. No quedó un superviviente, lo mismo que habían hecho en Eglón; la consagraron al exterminio con todos sus habitantes.
38Después Josué y los israelitas con él se volvieron contra Debir y la atacaron. 39Se apoderaron de ella, del rey y sus poblados y los pasaron a cuchillo, consagrando al exterminio a todos sus habitantes. No quedó un superviviente; trataron a Debir y a su rey lo mismo que a Hebrón y a su rey, a Libna y a su rey.
40Así fue como conquistó Josué toda la montaña, el Negueb y la Sefela y las estribaciones de la sierra, con sus reyes. No quedó un superviviente. Consagraron al exterminio a todo ser viviente, como había mandado el Señor, Dios de Israel. 41Josué conquistó desde Cades Barnea hasta Gaza, y todo el país de Gosén hasta Gabaón. 42En una sola ofensiva se apoderó de todos aquellos reyes y sus tierras, porque el Señor, Dios de Israel, combatía por Israel. 43Josué y los israelitas que iban con él se volvieron después al campamento de Guilgal.

Explicación.

10 La alianza de paz suscita una coalición militar, y así empalma lógicamente este capítulo con el anterior. Por otra parte, una coalición permite tratar simultáneamente una materia amplia. Después de la coalición hevea, que hace las paces, se forma la amorrea, que declara la guerra.
Geográficamente tenemos una extensión considerable de terreno, con ciudades importantes, de gran valor estratégico. Es una especie de triángulo, con la base casi horizontal Eglón-Laquis-Hebrón un lado casi vertical paralelo al Mar Muerto, Jerusalén-Hebrón, y un lado oblicuo y algo curvo Jerusalén-Yarmut-Eglón. En las cercanías de Yarmut se encuentra Azeca, Maqueda y Libna, mientras que Bejorón, Ayalón y Guézer se encuentran a occidente, casi a la altura de Gabaón y Guilgal. En línea recta el triángulo tendría unos 30, 35 y 50 kilómetros, penetrando en cuña hacia la costa. Pero la geografía del capítulo presenta sus problemas: primero, porque la lista de ciudades al final difiere de la primera; segundo, porque Debir es nombre de ciudad, como aparece en la segunda lista, no es nombre de persona, como dice la primera. Algunos cambios se explicarían bien por razones estratégicas, quitan rigidez al esquema y lo hacen más verosímil; no se explica la confusión de Debir.

Históricamente una coalición de reyes locales contra el invasor es razonable; pero no al comienzo de la penetración, sino cuando Israel comienza a establecerse, a someter territorios, a firmar alianzas. Algo semejante sucederá un siglo más tarde, en tiempos de Débora y Sísara (Jue 4-5); es menos verosímil que sucediese en tiempos de Josué. La organización del país en ciudades-reinos corresponde a la situación de Palestina en aquellos siglos; varias de las ciudades citadas han sido excavadas con resultados positivos. En resumen, una coalición militar hostil y una victoria inesperada de Israel pudo muy bien suceder y conservarse en la tradición épica del pueblo; atribuírselo a Josué, poco después de entrar en Palestina es una simplificación histórica típica de nuestro libro.

Literariamente el capítulo está construido con bastante claridad: planteamiento (1-6), batalla (7-14), los reyes en la cueva (15-27), campaña contra las ciudades (28-39); los versos restantes son una recapitulación de campañas en el sur. El estilo es diverso en cada sección.

Teológicamente estamos ante un episodio de guerra santa, con las fórmulas concentradas en la sección de la batalla. Josué ya no parece tener que apoyarse en el ejemplo y las órdenes de Moisés, sino que actúa por cuenta propia y gana méritos personales. Es un jefe militar que descuella sobre los reyes de ciudades importantes.

10,1 Jerusalén gozaba de una situación estratégica privilegiada y pertenecía a los jebuseos (David la conquistará). El nombre del rey es muy semejante al de Melquisedec, el que encontró a Abrahán, según Gn 14; vuelve a aparecer el nombre de Jue 1,1-8.

10,2 No se menciona un rey en Gabaón, porque la organización de la tetrápolis era más bien alianza de principados. Según este verso, si los gabaonitas hicieron las paces con Josué, fue por cálculo y prudencia, no por cobardía. Se supone que los gabaonitas prestarán ayuda militar a Josué; y la tetrápolis está muy cerca de Jerusalén, formando un arco; si Josué, partiendo de Guilgal, continúa trazando un arco hacia el sur, puede constituir una seria amenaza para los jebuseos.

10,3 Este tipo de coaliciones era común, dada la situación política de entonces; parece suponer que entre los cinco reyes ya existían relaciones de amistad, incluso algún pacto de mutua ayuda, que el rey de Jerusalén -el más amenazado- puede invocar. La coalición resulta mucho más poderosa que el grupo heveo, pero el papel de atacantes fuera de sus bases resulta más peligroso. * = Becerril.

10,6 El mensaje supone que en la alianza Josué se ha comprometido a prestar ayuda militar. En todo caso, le conviene que sus vasallos no sean derrotados. 1 Sm 11,3.

10,8 Es el típico oráculo de la guerra santa: Dios ha decidido ya las suertes.

10,9 Supone una marcha de más de 30 kilómetros con una fuerte subida; partiendo al oscurecer tendrían tiempo para algún descanso intermedio y para prepararse antes del asalto decisivo, que tuvo lugar muy de mañana (un día muy largo).

10,10 Derrotadas en campo abierto, las tropas aliadas huyen hacia poniente, y entre Bejorón de Arriba y Bejorón de Abajo tratan de abrirse camino hacia el sur por el valle de Ayalón, hacia sus ciudades (la más difícil de alcanzar de nuevo es Jerusalén). En este momento se precipita la tragedia.

10,11-14 Es necesario tratar aparte estos versos, tristemente célebres. El nombre de Galileo se cierne todavía sobre ellos.

El texto se compone de una cita poética confesada y otras frases en verso o prosa muy rítmica. Un fenómeno literario semejante se encuentra en el paso del Mar Rojo (Ex 14 y 15) y en la batalla de Barac contra Sísara (Jue 4 y 5); es probable que la versión poética sea más antigua y que de ella dependa de algún modo la versión, menos fantástica, en prosa. Esta segunda no intenta renunciar al elemento maravilloso que exalta la poesía. Ni una ni otra se han de tomar como crónica puntual de hechos.

Los motivos literarios se encuentran en diversos textos sobre la guerra santa: una batalla, un día memorable, una tormenta, un fenómeno celeste. O sea, se trata de un "día del Señor", en que él mismo interviene contra el ejército hostil, utilizando meteoros como armas, con acompañamiento estelar. En Ex 14 lucha el viento contra el agua; en Jue 4 se trata de una tormenta y aguacero que impide la maniobra de los carros, y que el poema canta en tonos exaltados: "Desde el cielo combatieron las estrellas"; en 1 Sm 7, Samuel ora a Dios y él envía truenos que desbaratan a los filisteos. Otros textos poéticos, de teofanía; Hab 3,11; Is 13; oráculo contra Babilonia. El motivo literario pasa después a textos escatológicos, como Is 34,4; Joel 3,4; 4,15. Es decir, la unión de tormenta y fenómenos celestes, o el paso de una a lo otro, es un hecho literario bien conocido.

También es sabido que los meteoros son armas del Señor: Eclo 39,29; Job 39,22-23; véase también el texto tardío de Sab 5,17-23. Una tormenta en aquellos tiempos podía tener valor psicológico o valor táctico decisivos.

Tampoco es raro que el hombre en peligro pida a Dios su intervención y éste responda con la teofanía: Samuel, en el texto citado; David, en Sal 18. Nuestro autor considera el dato excepcional.

Estos datos resumidos permiten comprender e interpretar el pasaje sin mayores quebraderos de cabeza. No siempre fue así, ni mucho menos. Ben Sira tomó el pasaje a la letra en su canto a los varones ilustres de Israel.

Así han leído el texto los Padres y los autores medievales, con mentalidad acrítica. Lo malo fue cuando la mentalidad crítica que se iba imponiendo tropezó con un dogmatismo ignorante y simplicista. La comisión que juzgó la obra de Galileo sentenció que posición era "absurda filosóficamente y formalmente herética porque contradice aserciones expresas de la Sagrada Escritura"; a la segunda acusación ya había respondido Galileo, aconsejado por teólogos o amigos más críticos. Pero no valió su esfuerzo y, lo que un siglo antes pudo exponer Copérnico en los jardines del Vaticano, entonces resultó condenado y así siguió por mucho tiempo.Bajo Benedicto XIV (1740-58) la prohibición no se urgía, en 1822 Pío VII permitió publicar las tesis antes condenadas, en 1835 la edición del Índice retiró las obras incriminadas. Hoy día estos sucesos son un recuerdo doloroso, difícil de comprender; han de ser también un aviso contra los dogmátismos.

10,11 Suena un juego de palabras, habbarad y bahered = con granizo, con espada. La espada es arma humana, el granizo es arma divina, como de un hondero celeste. Funciona además la oposición de arma de cerca, que se empuña, y arma arrojadiza desde lejos.

10,12 * = Cervera.

10,12a La introducción pone en paralelo un hablar a Dios, quizá por invocación o súplica, y un pronunciar en voz alta. Sólo nos da el texto de lo segundo, que no se dirige a Dios, sino que interpela a los astros.

10,12b Sol y luna representan una concentración celeste, una alianza de poderes estelares. En el canto de Débora (Jue 5,20), se dice "desde el cielo combatieron las estrellas". Josué, jefe del ejército israelita, recaba la alianza de los dos jefes de los escuadrones celestes. Su colaboración será simplemente la inmovilidad, decisiva para rematar la victoria.

10,13 Nm 21,14 cita un "libro de las batallas del Señor"; 2 Sm 1,18 cita nuestro libro sacando de él la elegía por Saúl y Jonatán; el texto griego de 1 Re 8,53 menciona un "libro de cantares". No sabemos si se trata de la misma colección o de diversas; el texto hebreo escribe la Y antes de la S, de modo que se lee "librito del justo": el comentario se fija sólo en el sol, quieto y sin prisa por entrar. Recuérdese Sal 19,6-7. Ecl 1,5 dice que el sol "jadea por llegar a su puesto". * O: en el libro de Yaser; cfr. 1 Re 8,53.

10,14 Otro modo de expresar la guerra santa; véanse Ex 14,14.25; Dt 1,30; 3,22 2 Cr 20,29; Sal 35,1.

10,16-27 El autor se complace en repetir "los cinco reyes", mencionando sus cinco capitales, para subrayar una humillación total: huida, escondimiento, ejecución como criminales, sepultura sin honores. En contraste resalta la victoria de Israel. Hasta se puede escuchar cierto tono irónico en la huida de los reyes desamparados de tropa y escolta -como Sísara en Jue 4-, en la encerrona en la cueva, cárcel improvisada, en la impotencia de los reyes encerrados mientras fuera se desarrolla la acción. El narrador retrasa hábilmente el desenlace, prolongando así el arresto de los reyes.

10,16 No es cierta la localización de Maqueda; se encontraría cerca de Azeca. Las cuevas desempeñan un papel importante en las historias de Saúl y David.

10,21 Una expresión semejante se lee también en Ex 11,7, referida a los israelitas cuando iban a salir de Egipto.

10,24-25 Es como un rito acompañado de su explicación. Al gesto simbólico de victoria alude Sal 110,1; y en el museo de El Cairo se puede ver un escabel con cabezas de enemigos pintadas. Lo que Josué recomienda a sus oficiales es lo que el Señor le ha dicho a él: 1,6.7.9.

10,26 * = Dt 21,22s.

10,27 Véase Dt 21,22-23. Una cueva con la entrada a medio tapar, y unos árboles cerca, sirve para localizar el recuerdo de la victoria.

10,29 * = Alba. Alba está cerca de Azeca, a poniente.

10,28-39 Muertos los reyes, Josué se dirige contra sus capitales y otras vecinas. El fragmento utiliza una lista en parte nueva: Maqueda, Libna, Laquis, Guézer, Eglon Hebrón, Debir. Es justo que falte Jerusalén; falta también Yarmut. La exposición utiliza ocho fórmulas repetidas con variantes. Es curioso que en Hebrón se encuentre el rey (ya ajusticiado en Maqueda). El orden es extraño y no justificado estratégicamente.

10,33 Guézer queda al NO de Ayalón, más cerca de la costa; por eso se dice que sube.

10,40-42 La recapitulación repite algunas fórmulas y ensancha considerablemente la extensión de las conquistas. El Negueb es el desierto meridional; en él se encuentra el oasis de Cadés Barnea; Gaza queda a la altura de Laquis y Hebrón, junto a la costa, el Gosén aquí mencionado está en la región de Berseba. La amplificación llega al extremo. Compárese con la noticia de 11,18.

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