domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 2.

Los espías  

21Josué, hijo de Nun, mandó en secreto dos espías desde Sittim* con el encargo de examinar el país. Ellos se fueron, llegaron a Jericó, entraron en casa de una prostituta llamada Rajab y se hospedaron allí. 2Pero llegó el soplo al rey de Jericó:
-¡Cuidado! Han llegado aquí esta tarde unos israelitas a reconocer el país.
3El rey de Jericó mandó decir a Rajab:
-Saca a los hombres que han entrado en tu casa, porque han venido a reconocer todo el país.
4Ella, que había metido a los dos hombres en un escondite, respondió:
-Es cierto, vinieron aquí; pero yo no sabía de dónde eran. 5Y cuando se iban  a cerrar las pueras al oscurecer, ellos se marcharon, no sé adónde. Si salís en seguida tras ellos, los alcanzaréis.
6Rajab había hecho subir a los espías a la azotea, y los había escondido entre los haces de lino que tenía apilados allí. 7Los guardias salieron en su busca por el camino del Jordán, hacia los vados; en cuanto salieron, se cerraron las puertas de la villa.
8Antes de que los espías se acostaran, Rajab subió donde ellos, a la azotea, 9y les dijo:
-Sé que el Señor os ha entregado el país, que nos ha caído encima una ola de terror y que toda la gente de aquí tiembla ante vosotros; 10porque hemos oído que el Señor secó el agua del Mar Rojo ante vosotros cuando os sacó de Egipto y lo que hicisteis con los dos reyes amorreos de Transjordania, que los exterminasteis; 11al oírlo nos descorazonamos, y todos se han quedado sin aliento ante vosotros; porque el Señor, vuestro Dios, es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra. 12Ahora juradme por el Señorque como os he sido leal, vosotros lo seréis con mi familia, y dadme una señal segura 13de que dejaréis con vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas y a todos los suyos y que nos libraréis de la matanza. 
14Ellos le juraron:
-¡Nuestra vida a cambio de la vuestra, con tal que no nos denuncies! Cuando el Señor nos entregue el país, te perdonaremos la vida.
15Entonces ella se puso a descolgarlos con una soga por la ventana, porque la casa donde vivía estaba pegando a la muralla, 16y les dijo:
-Id al monte, para que no os encuentren los que os andan buscando, y quedaos allí escondidos tres días, hasta que ellos regresen; luego seguís vuestro camino.
17Contestaron:
-Nosotros respondemos de ese juramento que nos has exigido, con esta condición, 18al entrar nosotros en el país, ata esta cinta roja a la ventana por la que nos descuelgas, y a tu padre y tu madre, a tus hermanos y toda tu familia los reúnes aquí, en tu casa. 19El que salga a la calle, será responsable de su muerte, no nosotros;  nosotros seremos responsables de la muerte de cualquiera que esté contigo en tu casa si alguien lo toca. 20Pero si nos denuncias, no respondemos del juramento que nos has exigido.
21Rajab contestó:
-De acuerdo.
Y los despidió. Se marcharon y ella ató a la ventana la cinta roja.
22Se marcharon al monte, y estuvieron allí tres días, hasta que regresaron los que fueron en su busca; por más que los buscaron por todo el camino, no dieron con ellos. 23Los dos espías se volvieron monte abajo, cruzaron el río, llegaron hasta Josuéy le contaron todo lo que les había pasado; 24le dijeron:
-El Señor nos entrega todo el país. Toda la gente tiembla ante nosotros.

Explicación.

Quien entra en Palestina cruzando el Jordán por el sur, se encuentra en una llanura fértil, calurosa, plantada de palmeras; en ella se levanta una ciudad con nombre de luna (yareh) o de viento (ruh): Jericó. Es lógico considerar esta ciudad como la llave de acceso que se ha de poseer antes de subir al espinazo central. Un manantial abundante asegura el agua para beber y regar; por eso fue centro habitado desde el quinto milenio antes de Cristo. La geografía no ha cambiado cuando el autor último compone su libro: una entrada oriental, desde Moab, tiene que encontrarse, ante todo, con Jericó.

¿Responde la historia a la geografía? Las últimas excavaciones han mostrado que en el siglo XIII a.C., época supuesta de la entrada de los israelitas, Jericó no tenía murallas, ni siquiera estaba habitada desde la destrucción un par de siglos antes. Es verdad que la fértil llanura debió de invitar a nuevos moradores, quizá en otro lugar cercano; a éste se podría referir la historia presente. Más probable es pensar que el autor coloca su historia en el emplazamiento que en su propia época le pareció más conveniente.

El relato podría por sus elementos esquemáticos entrar en una antología de folclore. Con la complicidad de un nativo, unos espías se burlan del rey y de su policía. Relato útil en una serie de guerras, contado por los vencedores, que van a disfrutar del engaño irónico antes de disfrutar de la victoria. Ese tema genérico se especifica, porque el cómplice nativo es una mujer; con ella puede entrar en el relato o la emoción del amor o e sabor de una mujer que se burla del rey, nada menos. No basta: esa mujer es una hostelera y prostituta: así entra el contraste de su oficio y su apoyo a los invasores. Estos ingredientes hacen sabroso y razonablemente original el relato. Pero ¿por qué se pone de parte de los visitantes, que son sus enemigos? Aquí introduce el narrador la instancia teológica que aplasta un poco los valores narrativos. La prostituta extranjera resulta una especie de profetisa iluminada que interpreta correctamente y consecuentemente los hechos recientes y prevé con seguridad su futuro inminente. Balaán era después de todo un adivino transformado en profeta por el Señor; Rajab es una ramera que cumple un designio semejante. Ese testimonio de la extranjera y su conversión lo saborean los israelitas más que el simple acierto literario.

La historia de los exploradores es una buena muestra literaria. Enviar exploradores antes de aventurarse en terreno desconocido es buena táctica militar, y ya lo practicó Moisés, según Nm 13-14 (otro ejemplo en Jue 17-18). La historia del presente capítulo tiene características propias.

Se distingue por la técnica narrativa de inversiones cronológicas, de datos que se adelantan y datos que se retrasan (nótese el uso del pluscuamperfecto). Con esta técnica puede el autor entrar rápidamente en acción y crear el interés, dejando para más tarde los diálogos; también consigue contrastar irónicamente la acción de los poicías y de los exploradores. Al principio y al final una gran densidad de verbos articula y apresura el planteamiento y el desenlace.

La historia está contada aquí por motivos religiosos: el momento culminante es la confesión de la mujer cananea, que da al lector la interpretación teológica de los hechos pasados y del próximo futuro. Este recurso enaltece el valor de la enseñanza, porque la pronuncia una extranjera, una prostituta (el libro de Judit explotará el recurso de la confesión del extranjero). En el reconocimiento de esta extranjera, el Señor ya está conquistando supuestos enemigos, ya está presente en el territorio "enemigo"; es lógico que de este reconocimiento se pase a la salvación de la mujer y su familia. Primer caso de una mujer cananea incorporada a la comunidad de Israel (sin escrúpulos de impedimentos matrimoniales).

Por el triple aspecto de su fe, de su buena acción, de su salvación, la figura de Rajab es conmemorada por Heb 11,31; Jac 2,25; Mt 1,5 (en la genealogía de Cristo);y los Padres han visto en ella una figura de la salvación de los gentiles, en su casa una figura de la Iglesia, fuera de la cual no hay salvación, en la cinta roja una figura de la sangre de Cristo como señal de salvación.

En el actual libro de Josué, después de la introducción solemne, cae bien esta historia vivaz y entretenida.

2,1 Prácticamente ésta es la primera acción militar que emprende Josué. El texto hebreo dice "el país y Jericó". En cuanto al verbo "hospedarse", su sentido normal es acostarse; en ese sentido sería una anticipación resumida de los hechos. * = Acacias.

2,2 La existencia de reyezuelos locales concuerda con la situación de Palestina durante el siglo XIII; pero ya hemos visto que no sucedía tal cosa en Jericó. La información suministrada al rey es muy exacta. Cosa fácil distinguir a los extranjeros, no tanto conocer sus intenciones.

2,3 El encargo se puede imaginar cuando el rey lo da y cuando la policía lo comunica; el autor se salta el camino y la repetición. Esto deja tiempo para la acción de esconder del verso siguiente.

2,4 El engaño es fácil, porque la mujer presta sus servicios sin pedir informaciones; por otra parte se muestra pronto a colaborar.

2,9 La confesión de Rajab se introduce con el verbo clásico de los salmos "sé", que implica el reconocimiento religioso. Con el mismo tema de confesión se cierra. En medio, muy estilizadas, se enumeran las acciones históricas de ese Dios. Varios elementos son típicos de la "guerra santa": la tierra entregada, el pánico; las últimas palabras de este verso recuerdan el cántico del Éxodo (Ex 15,15-16); podría ser cita libre del autor, puesto que dicho cántico parece antiguo y bien conocido. La confesión está compuesta en estilo elevado, incluyendo expresiones litúrgicas; tres veces pronuncia el nombre del Señor, Yahvé.

2,10 Los dos hechos seleccionados son ominosos: el paso del Mar Rojo anuncia el paso del Jordán, la suerte de los reyes transjordanos es un aviso para los reyes de Canaán. La fama de las acciones del Señor precede a los israelitas: todo la han escuchado, algunos la han comprendido. Compárese con las fórmulas e Dt 3,8; 4,47; Jos 24,12.

2,11 Cielo y tierra componen el universo: el Señor es Dios celeste y también de la tierra, sin limitación. Véase la fórmula de Dt 1,28; 20,8 y la profesión de Dt 4,39.

2,12-13 El juramento sella un pacto de lealtad mutua y tiene por objeto común salvar las vidas. La mujer está cumpliendo con su parte, por eso tiene derecho a exigir la promesa jurada y una garantía o señal para el futuro.

2,14 Ellos añaden una cláusula restrictiva al juramento, porque todavía no están a salvo.

2,15 Hch 9,25.

2,17-20 La función de estas palabras es completar el juramento, ofrecer la señal pedida y dar instrucciones. Dentro de casa estarán a salvo, como los israelitas la noche última de Egipto (Ex 12), protegidos por la señal en la puerta cuando pasaba el ángel exterminador; las condiciones están expresadas en estilo estrictamente legal.

2,18 Ex 12,13.

2,21 Heb 11,31; Sant 2,25.

2,24 El informe resume las palabras de Rajab. Los espías de hecho no han espiado el territorio, se han contentado con escuchar un testimonio, en el cual han reconocido la voz de Dios. Como si Rajab hubiera pronunciado un oráculo.    


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