domingo, 18 de junio de 2017

JOSUÉ. CAPÍTULO 7.

El sacrilegio de Acán

71Pero los israelitas cometieron un pecado con lo consagrado. Porque Acán, hijo de Carmí, de Zabdí, de Zéraj, de la tribu de Judá, robó de lo consagrado. Y el Señor se encolerizó contra Israel.
2Josué envió gente desde Jericó hacia Ay, al este de Betel, con esta orden:
-Id a reconocer la comarca.
3Fueron, hicieron el reconocimiento y, al volver, dijeron a Josué:
-No hace falta que vaya toda la tropa; bastan unos dos mil o tres mil para conquistar la villa. No canses a toda la tropa en este ataque, que ellos son pocos.
4Entonces fueron hacia Ay unos tres mil del ejército; pero tuvieron que huir ante los de Ay, 5que les hicieron unas treinta y seis bajas y los persiguieron desde las puertas de la villa hasta Hassebarim*, derrotándolos en la cuesta. El valor del ejército se deshizo en agua.
6Josué se rasgó el manto, cayó rostro en tierra ante el arca del Señor, y estuvo así hasta el atardecer, junto con los concejales de Israel, echándose polvo a la cabeza. 7Josué oró:
-¡Ay, Señor mío! ¿Para qué hiciste pasar el Jordán a este pueblo, para entergarnos después a los amorreos y exterminarnos? ¡Ojalá nos hubiéramos quedado al otro lado del Jordán! 8¡Perdón, Señor! ¿Qué voy a decir después que Israel ha vuelto la espalda ante el enemigo? 9Lo oirán los cananeos y toda la gente del país, nos cercarán y borrarán nuestro nombre de la tierra. ¿Y qué harás tú con tu nombre ilustre?
10El Señor le respondió:
11-Anda, levántate. ¿Qué haces ahí, caído rostro en tierra? Israel ha pecado, han quebrantado el pacto que yo estipulé con ellos, han tomado de lo consagrado, han robado, han disimulado escondiéndolo entre su ajuar. 12No podrán los israelitas resistir a sus enemigos, les volverán la espalda, porque se han hecho execrables. No estaré más con vosotros mientras no extirpéis la execración de en medio de vosotros. 13Levántate, purifica al pueblo, diles: Purificaos para mañana, porque así dice el Señor, Dios de Israel: <<¡Hay algo execrable dentro de ti, Israel! No podréis resistir a vuestros enemigos mientras no extirpéis la execración de en medio de vosotros>>. 14Por la mañana os acercaréis por tribus. La tribu que el Señor indique por sorteo se acercará por clanes; el clan que el Señor indique por sorteo se acercará por familias; la familia que el Señor indique por sorteo se acercará por individuos. 15El que sea sorprendido con algo consagrado, será quemado con todos sus bienes, por haber quebrantado el pacto del Señor y haber cometido una infamia en Israel.
16Josué madrugó y mandó a los israelitas acercarse por tribus. 17La suerte cayó en la tribu de Judá. Se fue acercando la tribu de Judá por clanes, y la suerte cayó en el clan de Zéraj. Se fue acercando el clan de Zéraj por familias, y la suerte cayó en la familia de Zabdí. 18Se fue acercando la familia de Zabdí por individuos, y la suerte cayó en Acán, hijo de Carmí, de Zabdí, de Zéraj, de la tribu de Judá.
19Josué le dijo:
-Hijo mío, glorifica al Señor, Dios de Israel, haciendo tu confesión. Dime lo que has hecho, no me ocultes nada.
20Acán respondió:
-Es verdad, he pecado contra el Señor, Dios de Israel. He hecho esto y esto: 21vi entre los despojos un manto babilonio muy bueno, doscientas monedas de plata y una barra de oro de medio kilo; se me fueron los ojos y lo agarré. Mira, está todo escondido en un hoyo en medio de mi tienda, el dinero debajo.
22Josué mandó a unos que fueran corriendo a la tienda de Acán: todo estaba allí escondido, el dinero debajo. 23Lo sacaron de la tienda, se lo llevaron a Josué y a los israelitas y lo depositaron ante el Señor.
24Josué cogió a Acán, hijo de Zéraj (con el dinero, el manto y la barra de oro), a sus hijos e hijas, sus bueyes, burros y ovejas, y su tienda con todos su bienes. En compañía de todo Israel los subió al Valle de Acor*, 25y Josué dijo:
-¡El Señor te haga sufrir hoy mismo la desgracia que nos has acarreado!
Todos los israelitas apedrearon  a Acán. Luego lo quemaron y lo cubrieron de piedras. 26Después levantaron encima un montón de piedras, que todavía hoy se conserva. Y el Señor aplacó el incendio de su ira. Por eso aquel sitio se llama hasta hoy Valle de Acor.

Explicación.

7 Este capítulo se une al anterior como una continuación y una consecuencia; los versos 17-19 lo preparan, con los dos verbos clave "dedicar al exterminio" (hrm) y acarrear una desgracia (´kr). Seguimos en contexto de guerra santa: si la narración no es rigurosamente litúrgica, contiene varios elementos cúlticos.
7,1 El primer verso plantea los elementos de la tragedia.

a) Lo consagrado. La raíz hrm es el leitmotiv de la narración, se repite ocho veces en formas varias, unificando todo el proceso. Se trata de parte del botín, que por ley de la guerra santa, pertenece al Señor como cosa sagrada (la raíz significa originariamente "apartar"). Dice la legislación (recogida posteriormente): "Que no se te pegue a las manos nada dedicado al exterminio" Dt 13,18; "Lo que uno ha separado como cosa dedicada al Señor... no podrá ser vendido ni rescatado. Lo dedicado es propiedad sagrada del Señor" Lv 27,28. Siendo cosa "sagrada", el que se la apropia comete "sacrilegio" o execración, el objeto se convierte en "execración" del ambiente donde se encuentra. "Consagrar, execrar, desecrar" son los matices que el término va tomando en el curso de la narración. (Dt 7,26 lo aplica a los ídolos de materiales preciosos, que se han de exterminar; añade la raíz emparentada w>b).

b) La comunidad. El pecado de uno afecta a toda la comunidad de Israel, porque todo el ejército forma una unidad solidaria en la guerra santa. Continúa la ficción de un Israel completo, dividido en tribus, participando en la conquista. "Todo Israel, los israelitas" participan en el pecado, en las consecuencias, en las suertes, en el castigo del culpable; y el Señor lleva el título "Dios de Israel".
c) El culpable. Al dar desde el principio el nombre del causante, la ceremonia de las suertes pierde interés narrativo. El nombre del culpable, por medio de una aliteración aproximada, se liga a una localidad, según costumbre frecuente en estas narraciones. El verso primero se podría leer como uno de los títulos antiguos "de cómo los israelitas..."

d) La ira del Señor, provodada por el sacrilegio, se cierne sotre toda la narración y sobre todo Israel, hasta que se aplaca con la ejecución final. Por esa ira el paso del Jordán parece resultar inútil, el enemigo triunfa, Israel se desalienta, su nombre queda amenazado. La ira del Señor, que en la guerra santa se dirige contra el enemigo, se vuelve contra su pueblo.

7,3 El motivo "son pocos" no es típico de la guerra santa; en el caso de Jericó no importaba el número, porque los había vencido ya el pánico o temor sagrado. Dos mil o tres mil es una exageración posterior, dado el tamaño de las villas antiguas.

7,5* = Las Canteras, o bien "hasta desbaratarlos".

7,6 Ritos sapienciales, como en Jon 3,6: Dn 9,3; Job 42,6; los ancianos forman el senado del pueblo, véase Nm 11 y Dt 1.

7,7-9 Josué intercede por el pueblo, como lo hizo Moisés (Ex 32; Nm 14). Su oración, aunque repite algunas razones, no alcanza la altura de las de Moisés. El primer argumento es la continuidad de la obra salvadora, el segundo es el peligro grave del pueblo, el tercero es el honor y fama del Señor.

Es frecuente la idea que el Señor actúa, salva, perdona, por el honor de su nombre; por ejemplo, los salmos invocan muchas veces este argumento: 23,3; 25,11; 31,4; 54,3; 79,9; 106,8; 109,21; 143,11. Aquí se añade otro aspecto: que, al desaparecer el nombre de Israel, queda comprometido el nombre del Señor; porque a Israel toca invitar el nombre del Señor y darlo a conocer a otros pueblos.

La oración está compuesta en tres preguntas y tiene un desarrollo bastante rítmico.

7,10-15 A la oración responde un oráculo que explica la causa y ofrece el remedio. Si Israel ha vuelto la espalda en la batalla, es porque Israel ha pecado. En el discurso de Dios se concentran las seis menciones que quedan del término hrm. Como el oráculo contiene la razón teológica de los hechos, está bastante desarrollado, con repeticiones y enumeraciones. Esta es la estructura: introducción (10), denuncia del pecado de Israel en seis verbos (11), consecuencias del pecado y su duración (12); orden de convocar la asamblea y transmitir el oráculo del Señor, se resumen sus dos cláusulas (13); hallazgo del culpable por suerte (14), sentencia (15).

7,10 Dios responde a las preguntas de Josué con otra pregunta. No basta la oración, le toca actuar.

711 Del pecado es responsable todo Israel: los verbos están en plural o en singular colectivo; el pecado va contra la alianza. Los sinónimos dan énfasis.

7,12 La execración es como un contagio que afecta a todos y hace incompatible la presencia del Señor "en medio" de su pueblo. Todo Israel queda comprometido a "extirpar" ese contagio.

7,13-14 Las suertes se suelen echar por medio de los urim y tumim, en una ceremonia sagrada (especie de ordalía); véase por ejemplo 1 Sm 10,20 (elección de Saúl). "Las suertes se agitan en el regazo, pero el resultado viene del Señor", dice Prov 16,33.

7,15 El pecado tiene doble dimensión: contra el Señor -por quebrantar el pacto-, contra la comunidad. Toda la familia sufre el castigo, según la vieja costumbre, por ejemplo, Nm 16,27.

7,17 Prov 16,33.

7,19 El hombre puede confesar dos cosas: la bondad de Dios, la maldad propia: en ambas confesiones glorifica al Señor, porque lo reconoce y proclama bueno y libre de culpa. Acán es invitado a una confesión pública ante Dios y la asamblea. Un caso semejante en 1 Sm 14,43 (Saúl y Jonatán); también Sal 32,5.

7,20-21 Acán hace confesión plena, primero reconociendo el pecado, después decribiéndolo en particular. El proceso del pecado -ver, desear, tomar- se parece al de Gn 3 y 2 Sm 12.

7,24 * = La Desgracia.

7,24-26 En la ejecución de la sentencia hay algunas incoherencias, que la traducción ha respetado: no hay razón para tomar los objetos ya entregados al Señor, se habla de apedrear a uno y de quemar todos. En la pena de lapidación interviene todo el pueblo. La asonancia entre Acán y Acor (desgracia) es débil y artificial; mencionan la renovación de este valle Os 2,17 e Is 65,10.

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